A falta de pasta*, té. Té del rancio, del amargo, té anestesiante, light, sin su excitante teína. Las elecciones legislativas celebradas el pasado martes en Estados Unidos dan un vuelco, apenas dos años después, a la reacción que supuso la elección de Barack Obama como respuesta a la política de George W. Bush. No ya tan sólo por su condición de hombre mulato hijo de padre negro, lo que de por sí lo convirtió en un símbolo. La elección de Barack Obama se interpretó como una apuesta del pueblo norteamericano en favor de una sociedad más justa, contraria a que se bajaran los impuestos a los más ricos, partidaria de que nadie en el país se muera por falta de dinero para pagar un tratamiento médico y harta también de los peligros que acarreaba su autoproclamado papel de 'guardián del mundo'.
El pasado martes los republicanos, el partido tradicionalmente más conservador, recuperó el control de la Cámara de Representantes (la cámara baja del Congreso). Como consecuencia, Barack Obama queda con escaso margen de gobierno para los dos años que le quedan de mandato. En Estados Unidos no existe la disciplina de partido, los congresistas y senadores son libres para votar en cada caso según su conciencia, o en muchos casos, según los intereses de su bolsillo. Conocido es el papel que juegan en su política los lobbys, los grupos de presión surgidos desde grandes corporaciones o colectivos como el de los judíos para influir en el voto de senadores y congresistas.
En Estados Unidos un candidato, aunque sea a fiscal de un Estado, debe reunir dinero privado para poder financiar su campaña, por lo que es fácil deducir qué tipo de tratos de favor están en juego sin necesidad de definirlos a través de la corrupción. Precisamente por esa libertad de voto pasan las posibilidades de Barack Obama de sacar adelante los programas básicos de su proyecto presidencial. De hecho, aunque hasta ahora controlaba las dos cámaras, su proyecto de crear un seguro de salud que ofrezca cobertura a toda la población norteamericana se había visto rebajado por la falta de consenso entre los demócratas, parte de cuyos congresistas y senadores habían hecho suyo el discurso catastrofista de las empresas que ofrecen seguros privados, un lobby desde el que se ha tachado a Obama de socialista.
Los republicanos han ganado las elecciones pero el debate sobre la universalización de la salud no está acabado. Barack Obama puede todavía sacar adelante esta importante reforma. Ello, pese al dominio de la derecha. Porque ni cuando él ganó las elecciones Estados Unidos se convirtió en un reino hippy donde se hacía el amor en lugar de la guerra ni ahora que los republicanos han ganado estará prohibido besarse en plena calle. Un análisis de los resultados de las elecciones del martes demuestran a las claras la existencia de dos américas. En su blog de El Mundo, Felipe Sahagún recoge lo apuntado por el analista Edgar Luce en el periódico Financial Times: 9 de cada 10 afroamericanos votaron a los demócratas y 8 de cada 10 blancos a los republicanos. Y la mayor parte de la población mayor de 40 años y de zonas rurales votó a los republicanos, mientras que los más jóvenes y los centros urbanos optaron por los demócratas.
Desde Europa abunda la imagen reduccionista de Estados Unidos. Ni todos los norteamericanos llevan pistola ni beben whisky en la barra del salón mientras miran con recelo al forastero bajo el ala de su sombrero. Pero es verdad que esa América de los amigos del rifle existe o que en Alabama los presos, en su mayoría negros, reparan las cunetas unidos por unos grilletes que recuerdan demasiado a la época de la esclavitud. Existe también la América sin prejuicios, la América de las bodas homosexuales aprobadas en California por referéndum, suspendidas ahora por orden judicial-, la América de las grandes ciudades.
De momento, y eso es lo preocupante, más allá de una victoria republicana, toma fuerza el Tea Party (fiesta del té), una corriente política que deja prácticamente en la izquierda hasta a miembros del Partido Republicano. El nombre Tea Party hace referencia al movimiento anticolonialista de finales del siglo XVIII llamado Motín del Té de Boston (Boston Tea Party en inglés), que protestaba por la aprobación de los impuestos al té fijados por el parlamento británico, en el que las colonias norteamericanas no tenían representación.
Toman fuerza oscuros personajes como Sarah Palin que invitan a los suyos a olvidarse del café y todo aquéllo que excite pasiones humanas como la solidaridad, en lo político, o la tolerancia frente al diferente, en lo social. Pero en Estados Unidos el té, herencia inglesa, ha convivido siempre con el café, mucho más americano.
Toman fuerza oscuros personajes como Sarah Palin que invitan a los suyos a olvidarse del café y todo aquéllo que excite pasiones humanas como la solidaridad, en lo político, o la tolerancia frente al diferente, en lo social. Pero en Estados Unidos el té, herencia inglesa, ha convivido siempre con el café, mucho más americano.
*En el castellano del Estado español, pasta se le denomina también al dinero.
Está dificil la cosa para Obama, preocupante, muy preocupante...Recién caigo en tu blog...de ahora en adelante trataré de seguirte, me gusta tu análisis...hazme un link en mi fb para ponerme al día de lo que escribes si te apetece...
ResponderEliminarYo escribí algo sobre Estados Unidos en una de las páginas en las que colaboro http://www.redinmigrante.es/index.php/opinionsecc/46-editorial/709-refresh-your-memory.html
además también escribo en Hablando de inmigración -otro blog-...Besos corazón, la foto te envuelve...si es que eres de los nuestros chaval!!!