domingo, 5 de diciembre de 2010

'Wikileaks' acelera la rueda

Julian Paul Assange. Australiano. 39 años. Estudios de físico y matemático. ¿Profesión? No es fácil definir el perfil de este hombre que ha hecho tambalear la diplomacia mundial. Probablemente se exagere cuando se llega a decir que ha habrá un antes y un después de las revelaciones que ha hecho su página web, Wikileaks. Nadie irá a la cárcel por las violaciones a los derechos humanos que ha denunciado a manos de los invasores de Irak ni Estados Unidos teme que el resto de las naciones del mundo se rebelen por su autoatribuido papel de administrador global, puesto de relieve por las informaciones internas de la diplomacia norteamericana que Wikileaks ha facilitado para su publicación a cinco diarios de Estados Unidos (The New York Times), Gran Bretaña (The Guardian), Francia (Le Monde), Alemania (Der Spiegel) y España (El País).

       Se han magnificado las consecuencias de la publicación de estos documentos. Como si el mundo no estuviera ya curado de espanto. Los ciudadanos hemos visto de todo, presenciamos la injusticia en directo desde la comodidad de nuestra butaca. ¿Rebelarnos? También era ingenuo pensar que lo harán las naciones del mundo a las que Estados Unidos ha estado (y seguro que está) vigilando. Como si lo descubrieran ahora. El problema no es Estados Unidos, antes lo fueron los egipcios, o los romanos, los griegos, los ingleses, los españoles o los holandeses. Siempre hay alguien que se cree con derecho a dominar al otro. Lo que ocurre es que ahora, en el siglo XXI, tan evolucionadas la tecnología y el saber científico, otras ramas del conocimiento como las relaciones internacionales han evolucionado menos. Mucho menos.

       Wikileaks no ha inventado la rueda pero sí ha creado una nueva forma de hacer que ésta acelere, incluso de evitar que los obstáculos que otros le ponen detengan su camino. Wikileaks hace a los seres humanos un poco más libres. Saber ciertas cosas que los más poderosos ocultan ya no depende sólo de que alguien las filtre, de que alguien las cuente, antes dependía también de que los medios de comunicación estuvieran dispuestos a publicarlas. Y demasiadas veces ha ocurrido que ninguno, pese a sus diferencias y la feroz competencia que se traen entre sí, quisiera hacerlo.

       Esta vez cinco periódicos se han puesto de acuerdo con Wikileaks para publicar sus revelaciones. Pero Wikileaks ya no los necesita. El pasado 23 de octubre publicó directamente en su página web documentos relativos a la guerra de Irak sin necesidad de intermediarios. Algunas voces se apresuran a anunciar que fenómenos como Wikileaks acercan el fin de los medios de comunicación profesionales. Al contrario, los refuerzan y mejoran: los medios se ven obligados a cumplir con su obligación de informar y a aplicar un principio del que tantas veces han prescindido: la información pertenece a los ciudadanos, no a ellos. Demasiadas veces ésta ha sido utilizada como un privilegio o moneda de intercambio y no como un servicio.

       ¿Y quién controla a Wikileaks? ¿Cuál ha sido el acuerdo al que ha llegado con los medios que han publicado sus documentos, cuánto le han pagado? La transparencia que tan legítimamente reclaman Wikileaks y los cinco periódicos ya citados deberían aplicársela a ellos mismos. Si no, cabe el riesgo de que caigan de nuevo en la arrogancia de la que tantas veces se ha acusado a la prensa.

       ¿Cuál es la verdadera motivación de Julian Paul Assange? Sólo él la sabe. La Justicia sueca ha dictado una orden de busca y captura. Está acusado de un delito tan grave como una violación. Assange no está seguro en ningún lugar del mundo, la orden de busca y captura es internacional. Se encuentra escondido, asegura además haber recibido amenazas de muerte. Denuncia una conspiración y en ese contexto sitúa la acusación de violación, que él niega. La acusación coincide en el tiempo con las principales revelaciones de Wikileaks. ¿Casualidad?

domingo, 28 de noviembre de 2010

Haití vota en cólera

       Es la fiesta de la democracia. El domingo amanece alegre en Puerto Príncipe y el resto de las ciudades de Haití. Los más de cuatro millones de habitantes que han logrado vivir más de 18 años, todo un reto en el país más pobre de todo el hemisferio norte, están llamados a ejercer su democrático derecho a voto. Toda una fiesta, sí. La ONU y las grandes potencias del mundo vigilarán la transparencia del proceso, preocupadas, como están, por la salud del sistema democrático haitiano, no por la de sus habitantes. Los haitianos no tienen qué comer, ni agua potable para beber. Las madres haitianas apenas pueden ofrecer el pecho a sus niñas y niños. Ni siquiera hay fuerzas ni medios para acercarse a enterrar a las personas que mueren en las calles a causa del cólera.Ya son 1.600 las personas fallecidas en el país caribeño a causa de esta enfermedad fácilmente evitable. Pero lo importante es que Haití es una democracia y el mundo tiene que asegurarse de que allí se puede votar, que haya urnas para depositar una papeleta. Pero Haití no vota hoy en cólera, la rabia sólo nace en los estómagos satisfechos. Haití vota en la apatía y el desencanto.

       Si alguien no llega hasta hasta el colegio electoral porque no tiene fuerzas, porque está enfermo, porque tiene hambre, ahí no hay nada que decir, qué le vamos a hacer, lo importante es que allí estén las urnas y que haya suficientes papeletas con las fotos de los candidatos, puesto que en Haití ya antes del terremoto casi el 50% de los adultos no sabían escribir. Es la formalidad de la democracia que ha impuesto el mundo occidental al resto: te puedes morir de hambre, ahí no hay nada que decir, pero tienes que tener derecho a votar, aunque no sepas a quién lo haces porque no sabes leer, no fuiste a la escuela...
       Dieciocho candidatos se disputan el complicado reto de coger las riendas de este país sin Estado, de un gobierno sin capacidad de ejecutar. El más conocido, el cantante Joseph Michel Martelli, aunque los sondeos no ven claro que pase a la segunda vuelta, en la que más posibilidades tienen la ex presidenta Mirlande Manigat y Jude Celestin, este último yerno y miembro del mismo partido que del  hasta ahora presidente René Predal. ¿Les queda algo a las y los haitianos? Sí, la dignidad. Haití fue el primer país latinoamericano en lograr la independencia y el primero de todo el continente en decretar el fin de la esclavitud. Mucho antes que Barack Obama, en 1807 un haitiano, Alexandre Pètion, lograba convertirse en el primer presidente americano de raza negra.

       Mientras los haitianos asisten obligados a esta fiesta a la que no se sienten invitados,  Estados Unidos y las dos Coreas juegan a los barquitos. El problema está en que el peligroso juego no se desarrolla sobre un tablero ni el fuego es virtual. Se habla del peligro de una guerra. Difícilmente se desatará. Es la ventaja del desafío atómico. Quien apriete primero el botón sabe que no habrá ganador: el ser humano, simplemente, desaparecerá.  

domingo, 21 de noviembre de 2010

Sáhara, el desierto diplomático

 http://www.deia.com/2010/11/21/opinion/tribuna-abierta/sahara-el-desierto-diplomatico

       Marruecos vuelve a ganar terreno en el desierto. Ya no necesita que sus tropas de infantería avancen entre la arena. Si la ausencia o escasez de vida caracteriza al desierto geográfico, el de la diplomacia se percibe en el silencio. Y es en él donde Marruecos se hace todavía más fuerte 35 años después de que sus tropas ocuparan el Sáhara.

       La escalada represiva que ha puesto en marcha en El Aaiún, la capital de la antigua colonia española, apenas ha logrado una declaración de la ONU por la que su Consejo de Seguridad "deplora la violencia en El Aaiún y en el campamento de Gdeim Izik". El pasado miércoles, a las pocas horas de esa declaración, el embajador marroquí ante el organismo internacional se felicitaba por el "alto grado de responsabilidad" que, en su opinión, mostraron los países representados en el Consejo de Seguridad, dos de cuyos miembros permanentes, Estados Unidos y Francia, ambos con derecho a veto por tanto, se negaron a condenar la actuación marroquí.

       Las versiones sobre los sucesos de El Aaiún siguen siendo contradictorias. La española Isabel Terraza y el mexicano Antonio Velázquez, dos de las últimas personas que han logrado salir del Sahara ocupado, no dudaban en calificar lo que está ocurriendo como genocidio. Marruecos, por su parte, mantiene que permitió que miles de personas acamparan en El Aaiún en demanda de mejores condiciones de vida hasta que comprobó que estaban dominadas por "grupos violentos". Dice que sus tropas actuaron para liberar de su yugo a ciudadanos inocentes, entre los que se encontraban niños.

       Marruecos ha acompañado su versión de vídeos en los que se ve a personas degollando a policías. No pueden ser contrastados. Su ministro de Interior, Taib Cherkaoui, recibido en Madrid en plena crisis, ha identificado a los autores de las protestas como terroristas, insinuando su posible participación en Al Quaeda. Marruecos pide que se escuche su versión. No le falta razón pero su actitud es hipócrita: se ha encargado de eliminar testigos de lo que está ocurriendo mediante la expulsión de los medios de prensa internacionales. ¿Qué es lo que teme?

       Marruecos tiene cada vez menos miedo. El desierto diplomático es su terreno. Y en ese desierto ha encontrado un aliado: el gobierno español, un agente importante para la solución definitiva al problema saharaui por su condición de antiguo colonizador. El Sahara se ha convertido también en el desierto de José Luis Rodríguez Zapatero. Su recién nombrado vicepresidente, Alfredo Pérez Rubalcaba, recibió el miércoles a Cherkaoui en su despacho en calidad de ministro del Interior. Tras la reunión, se limitó a trasladarle la "preocupación del Gobierno español" por lo que está ocurriendo en el Sahara y dio por bueno que "Marruecos investigue, si es que hay algo que investigar", sobre su propia actuación.

       Otra victoria, pues, de Marruecos, quizá la más clara desde su ocupación de parte del Sáhara desde 1975. El ruido que han provocado los últimos sucesos han roto la aparente calma y normalidad con las que reino alauí presenta su administración sobre el Sáhara. Ya lo hizo Aminatou Haidar. El pasado lunes se cumplió un año del inicio de su huelga de hambre, que se prolongó por 32 días. A Marruecos no le interesa que esa forzada normalidad se quiebre, la comunidad internacional podría reaccionar. Ha podido tener alguna duda, pero para los saharauis el desierto diplomático es hoy todavía más árido e inhóspito que el de arena. La ausencia de reacción de la ONU, Francia, la potencia europea con mayor influencia en África y España, el antiguo colonizador del Sahara, eleva aún más las enormes dunas que impiden vislumbrar una solución justa para los saharauis. No es ya sólo que no cuestionen la actuación marroquí, calificada de genocidio por organizaciones humanitarias, sino que dan carta legal a la administración marroquí sobre una tierra ocupada. Tierra árida sí, pero en la que no faltan yacimientos de fosfato y pesca, así como planes de explotación de petróleo y gas.

       La primera resolución de la ONU sobre el Sahara es de 1965. Entonces proclamó el derecho de autodeterminación de los saharauis e instaba a España a agilizar su descolonización. Se hablaba ya de la celebración de un referéndum para que sus habitantes decidieran su futuro. Cuarenta y cinco años más tarde EE.UU. y Francia no mencionan ya la posibilidad de un Sahara independiente, dando por buena la pretensión de Marruecos de que se reconozca legalmente su soberanía. Ya la ejerce de facto al oeste del territorio saharaui, la zona más rica, dividida del Este, controlado por el Frente Polisario, por un muro 2.700 kilómetros, sólo superado por la Gran Muralla China. Lo construyó Marruecos entre 1980 y 1987. Está rodeado de alambradas y campos de minas. Marruecos mantiene puestos defensivos cada cuatro o cinco kilómetros. Algunas fuentes hablan de que lo vigilan 12.500 soldados. Y de que su mantenimiento le cuesta a Marruecos dos millones de euros diarios. Eso en un país situado en el puesto 130 en el índice de desarrollo humano, un indicador referente para vislumbrar las condiciones de vida de su población.

       Al otro lado del muro se sitúan las tropas del Frente Polisario, que aceptó el Plan de Paz propuesto por la ONU en 1991. Esta semana, su delegada en Euskadi, Fátima Mohamed Salem, advertía de que muchos saharauis están pidiendo a su organización la vuelta a las armas. No es la única voz que se ha expresado en ese sentido.

       Mientras tanto, en El Aaiún sigue el temor. El abogado donostiarra Enrique Lertxundi estuvo allí en el mes de julio. Llegó de Casablanca para acompañar en su regreso a casa a saharauis que habían visitado a los suyos en su exilio argelino. Los observadores son, en realidad, escudos humanos, un arma defensiva para evitar represalias de la policía marroquí. Lertxundi se comunica casi a diario con algunos de los saharauis de El Aaiún. "No se atreven a salir de casa. Tienen miedo y alguno está escondido", cuenta. De El Aaiún recuerda la permanente vigilancia de la Policía, que alcanzó un cariz ridículo: "Desalojaron una zona cuando estuvimos echando una siesta". Un sueño mucho más largo que aquella siesta es el que afecta a la comunidad internacional, toda una pesadilla para los saharuis que ven en el diplomático el desierto más peligroso.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Vida en el desierto

       Marruecos acusa a la prensa del Estado español de mantener una actitud racista. El victimismo marroquí tiene razones de fondo, desde la península se le ha mirado siempre por encima del hombro, y sus ciudadanos ocupan el escalafón más bajo en cuanto a las simpatías que los ibéricos tienen hacia los inmigrantes, un colectivo ya de por sí maltratado. Esta semana el Observatorio Vasco de la Inmigración ofrecía cifras demoledoras: casi el 60% de las y los vascos creen que la presencia de extranjeros en las calles y plazas de la Comunidad Autónoma Vasca tiene una incidencia negativa sobre su seguridad. Y un porcenaje similar considera que los extranjeros acaparan las ayudas sociales.

       En el caso de Marruecos, además, no hay que olvidar que supone la línea de separación entre África y Europa, entre la preponderancia del islam y el cristianismo y Europa asiste a una fiebre de islamofobia de la que no es ajena el Estado español. Pero Marruecos, a la hora de achacar al racismo la falta de neutralidad de la que acusa a la prensa europea al abordar la cuestión saharaui, obvia un dato: los saharauis también son mayoritariamente musulmanes y tan magrebíes como los propios marroquíes.

       No le faltan razones a Marruecos para quejarse del trato que habitualmente le dan en España. Pero no a su rey, Mohamed VI, recibido siempre en palacio, sino a sus 33.000.000 de habitantes. Sobre todo, cuando emigran. España controla dos ciudadades africanas, Ceuta y Melilla, aferrándose a que ya pertenecían a ella en el siglo XVI. Por esa regla de tres parte de Marruecos debería seguir perteneciendo a la monarquía española, puesto que hasta 1956 el país africano no logró unificar el país bajo un reino independiente. Dos ciudades que no llegan a los 100.000 habitantes. Un escollo demasiado pequeño para que condicione las relaciones entre dos estados que suman más de 70 millones de personas.

       Marruecos tiene argumentos para discutir si se le está negando el derecho a la integridad territorial. Pero sólo en el caso de Ceuta y Melilla. En el del Sáhara, Marruecos quiere apropiarse de un territorio cuyos habitantes no se sentían mayoritariamente marroquíes hasta que su política de colonización a base de ayudas para que sus ciudadanos se asentaran en él, ha modificado el censo. Hasta el punto de que esta cuestión, quién tendría derecho a votar en un hipótetico referéndum de autodeterminación, se ha convertido en un escollo de cara a su celebración. Marruecos ha hecho así valer su política de hechos consumados.

       Los saharauis, divididos entre el exilio en Argelia, la ocupación marroquí, y la parte del inhóspito desierto que controla su gobierno del Frente Polisario, no se resignan. Aminatou Haidar logró romper el silencio mediático el año pasado  con una huelga de hambre que le podía haber costado la vida. Mañana se cumplirá un año del inicio de aquella protesta, que duró 32 días.

       Cientos de saharauis han vuelto a quebrar su invisibilidad acampando en las afueras de El Aaíún, la capital del antiguo Sáhara español. A algunos de ellos la protesta sí les ha costado la vida, la represión marroquí ha dejado una cifra de muertos y heridos que nadie puede cuantificar, puesto que ha impedido la presencia de prensa extranjera. La Wikilingue sitúa el origen de la palabra Sáhara en la traducción de tuareg (desierto de arena) al árabe. Pero el desierto nunca tuvo tanta vida. Por él hay quien está dispuesto a perderla.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Té amargo

       A falta de pasta*, té. Té del rancio, del amargo, té anestesiante, light, sin su excitante teína. Las elecciones legislativas celebradas el pasado martes en Estados Unidos dan un vuelco, apenas dos años después, a la reacción que supuso la elección de Barack Obama como respuesta a la política de George W. Bush. No ya tan sólo por su condición de hombre mulato hijo de padre negro, lo que de por sí lo convirtió en un símbolo. La elección de Barack Obama se interpretó como una apuesta del pueblo norteamericano en favor de una sociedad más justa, contraria a que se bajaran los impuestos a los más ricos, partidaria de que nadie en el país se muera por falta de dinero para pagar un tratamiento médico y harta también de los peligros que acarreaba su autoproclamado papel de 'guardián del mundo'.

       El pasado martes los republicanos, el partido tradicionalmente más conservador, recuperó el control de la Cámara de Representantes (la cámara baja del Congreso). Como consecuencia, Barack Obama queda con escaso margen de gobierno para los dos años que le quedan de mandato. En Estados Unidos no existe la disciplina de partido, los congresistas y senadores son libres para votar en cada caso según su conciencia, o en muchos casos, según los intereses de su bolsillo. Conocido es el papel que juegan en su política los lobbys, los grupos de presión surgidos desde grandes corporaciones o colectivos como el de los judíos para influir en el voto de senadores y congresistas.

       En Estados Unidos un candidato, aunque sea a fiscal de un Estado, debe reunir dinero privado para poder financiar su campaña, por lo que es fácil deducir qué tipo de tratos de favor están en juego sin necesidad de definirlos a través de la corrupción. Precisamente por esa libertad de voto pasan las posibilidades de Barack Obama de sacar adelante los programas básicos de su proyecto presidencial. De hecho, aunque hasta ahora controlaba las dos cámaras, su proyecto de crear un seguro de salud que ofrezca cobertura a toda la población norteamericana se había visto rebajado por la falta de consenso entre los demócratas, parte de cuyos congresistas y senadores habían hecho suyo el discurso catastrofista de las empresas que ofrecen seguros privados, un lobby desde el que se ha tachado a Obama de socialista.

       Los republicanos han ganado las elecciones pero el debate sobre la universalización de la salud no está acabado. Barack Obama puede todavía sacar adelante esta importante reforma. Ello, pese al dominio de la derecha. Porque ni cuando él ganó las elecciones Estados Unidos se convirtió en un reino hippy donde se hacía el amor en lugar de la guerra ni ahora que los republicanos han ganado estará prohibido besarse en plena calle. Un análisis de los resultados de las elecciones del martes demuestran a las claras la existencia de dos américas. En su blog de El Mundo, Felipe Sahagún recoge lo apuntado por el analista Edgar Luce en el periódico Financial Times: 9 de cada 10 afroamericanos votaron a los demócratas y 8 de cada 10 blancos a los republicanos. Y la mayor parte de la población mayor de 40 años y de zonas rurales votó a los republicanos, mientras que los más jóvenes y los centros urbanos optaron por los demócratas.

       Desde Europa abunda la imagen reduccionista de Estados Unidos. Ni todos los norteamericanos llevan pistola ni beben whisky en la barra del salón mientras miran con recelo al forastero bajo el ala de su sombrero. Pero es verdad que esa América de los amigos del rifle existe o que en Alabama los presos, en su mayoría negros, reparan las cunetas unidos por unos grilletes que recuerdan demasiado a la época de la esclavitud. Existe también la América sin prejuicios, la América de las bodas homosexuales ­aprobadas en California por referéndum, suspendidas ahora por orden judicial-, la América de las grandes ciudades.

       De momento, y eso es lo preocupante, más allá de una victoria republicana, toma fuerza el Tea Party (fiesta del té), una corriente política que deja prácticamente en la izquierda hasta a miembros del Partido Republicano. El nombre Tea Party hace referencia al movimiento anticolonialista de finales del siglo XVIII llamado Motín del Té de Boston (Boston Tea Party en inglés), que protestaba por la aprobación de los impuestos al té fijados por el parlamento británico, en el que las colonias norteamericanas no tenían representación.

       Toman fuerza oscuros personajes como Sarah Palin que invitan a los suyos a olvidarse del café y todo aquéllo que excite pasiones humanas como la solidaridad, en lo político, o la tolerancia frente al diferente, en lo social. Pero en Estados Unidos el té, herencia inglesa, ha convivido siempre con el café, mucho más americano.

*En el castellano del Estado español, pasta se le denomina también al dinero.

domingo, 31 de octubre de 2010

Un adiós a ritmo de samba

www.noticiasdegipuzkoa.com/2010/10/31/opinion/colaboracion/un-adios-a-ritmo-de-samba
www.deia.com/2010/10/31/opinion/tribuna-abierta/un-adios-a-ritmo-de-samba

       Ni siquiera las despedidas son tristes en Brasil. Hoy, 135 millones de brasileños elegirán al sustituto o, muy probablemente, a la sustituta de Luiz Inázio Lula da Silva al frente de la presidencia del país. Y es que aunque el 80% de los brasileños valoran su figura, no puede presentarse a la reelección tras haber agotado dos mandatos consecutivos. No será hasta enero cuando se produzca el relevo, pero las elecciones suenan a despedida, una despedida que lejos de ser triste, se celebrará a ritmo de samba. Lula se va pero queda el optimismo. Los brasileños, considerados ya de por sí los habitantes más felices de Suramérica por la revista Forbes, están dispuestos a quitar a los argentinos su tradicional primer puesto en autoestima.

       Brasil vive su momento más dulce. Pelea por representar a Latinoamérica como miembro permanente del Consejo Seguridad de la ONU. Se ha destacado como un agente a tener en cuenta en el escenario internacional, ha logrado que el G-20, con presencia de las potencias emergentes, reste protagonismo a elitista club del G-8. De hecho, si no fuera por su naturaleza excluyente, a Brasil le correspondería ocupar el sillón de Italia, a quien ha superado como octava potencia económica mundial. Mundial es también el campeonato de fútbol que acogerá el país dentro de cuatro años, una buena puesta a punto previa para celebrar después los Juegos Olímpicos de Río, en 2016, los primeros organizados por un país sudamericano.

       Puede ser frívolo hablar de esta herencia que deja Lula da Silva en uno de los países con mayor desigualdad del mundo. Es uno de los principales reproches que se le hacen desde la izquierda al Partido de los Trabajadores, e, incluso, desde dentro. Sus alianzas con el mercado han sido vistas como concesiones y en ocasiones se le acusa de estar excesivamente preocupado por atraer la inversión extranjera con sus logros más mediáticos. No en vano su antecesor en el cargo, el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, ha llegado a decir que "Brasil no es un país pobre, sino un país injusto". Y lo sigue siendo. Lula deja un Brasil con 73 millones de pobres, una fría cifra tras la que se esconden personas y familias con verdaderos problemas para sobrevivir. Muchos sobre una población total cercana a los 180 millones de habitantes.

       No obstante, 29 millones de brasileños han abandonado esa estadística y se han incorporado a la clase media desde que Lula accediera a la presidencia de 2003. Ha puesto en marcha programas como el de la Beca Familia, en el que se encuadra el de Hambre Cero, destinado a atacar la faceta más dramática de la miseria. A diferencia de Hugo Chávez, Lula ha apostado por llevar a cabo los cambios sociales en armonía con el gran capital. Y las contradicciones de ese difícil equilibrio alcanzan a su política medioambiental, un aspecto de gran trascendencia en un país del que el resto del mundo depende para respirar.

       El 20% del oxígeno mundial procede de la Amazonia. Lula es consciente de ello y ha pedido a las grandes potencias que paguen parte de la factura de su conservación. Mientras tanto, y al tiempo que ha tomado medidas que protegen los bosques, ha dado el visto bueno a planes que generan riqueza económica a costa de la naturaleza, precisamente desde el argumento de que Brasil no puede ni debe asumir sola la factura en la que se traduce renunciar a la explotación de sus recursos naturales.

       Se le ha acusado, incluso, de privatizar la Amazonia permitiendo que parte de su extensión se sumerja bajo las aguas de enormes presas, se dedique a cultivos de soja y la cría de ganado. De hecho, su ex ministra de Medio Ambiente, Marina Silva, que abandonó el PT de Lula, dio la sorpresa en la primera vuelta al lograr casi el 20% de los votos, insuficientes para disputar la presidencia a la candidata con más posibilidades, Dilma Rousseff, quien aspira a continuar con la política lulista del PT. Más remotas aún parecen las opciones de José Serra, del liberal Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).

       Probablemente, hoy los brasileños situarán por primera vez a una mujer al frente del país. Dejará su propia impronta pero todo apunta a que Brasil seguirá bailando al ritmo marcado por Lula da Silva. Y a que lo hará por un tiempo largo.

domingo, 24 de octubre de 2010

'Wikileaks' detiene la música

       Termina el baile. El Waka Waka del Mundial de Fútbol da paso al Wiki Wiki, para convertirse en el Wikileaks. Tras esta denominación de sonido aparentemente infantil se halla el mayor quebradero de cabeza para algunos de los gobiernos y grupos de presión más poderosos del planeta. Wikileaks toma su nombre de la unión de los términos wiki (algo así como 'rápido' o 'ágil' en hawaiano), y leaks, 'filtraciones' en inglés.

       Wikileaks no es un medio de comunicación al uso pero consigue que no haya periódico, radio o televisión del mundo que no hable de sus revelaciones. No se imprime en papel. No se paga suscripción. Su página en internet (http://www.wikileaks.org/) es accesible para todo el mundo. No ingresa dinero por publicidad. Lo sostienen donantes, en su mayoría anónimos, que no pueden superar en ningún caso la cifra de 20.000 dólares.

       En toda guerra bailan las cifras porque ya se dijo aquéllo de que la primera víctima de cualquier contienda es siempre la información. Pero en Irak, de momento, sí termina el baile. Seguirán produciéndose atentados, muertos y violaciones de los derechos humanos, pero al menos ahora alguien ha puesto fin a esta danza de la confusión.

       Desde la invasión del país por tropas internacionales capitaneadas por Estados Unidos en primer término y el Reino Unido, en segundo, han fallecido hasta ahora en este país del Golfo Pérsico más de 122.000 personas, es decir, 15.000 más que las admitidas por Estados Unidos y el gobierno iraquí. No dejan de ser cifras frías que ocultan siempre el dolor de cada familia que pierde a un ser querido, pero lo más estremecedor del último informe publicado ayer por Wikileaks no es tanto el número, sino la constatación de que se han ocultado muertes de civiles, en su mayoría víctimas de grupos insurgentes armados, sí, pero también a manos de las tropas estadounidenses que han sido ocultadas por sus gobiernos, no sólo el de George W. Bush, sino también por la actual administración de Barack Obama, crítico con esa guerra.

       Wikileaks detiene la música. Las cifras dejan de bailar en Irak. De momento, porque las muertes continúan y se vislumbran nuevas melodías macabras. Como las que siguen marcando el ritmo de la vida y la muerte en Haití. Oscilan las cifras de afectados y muertos por la epidemia de cólera que se ha detectado en el país caribeño. Su Gobierno teme su rápida extensión por culpa de la falta de agua potable y las condiciones de vida insalubres en las que malviven los supervivientes al terremoto de hace nueve meses, que costó la vida a 250.000 personas. Mientras el cólera se extiende con facilidad, el mundo sigue sin entrar en cólera ante esta situación que se podía evitar y que provocará la muerte de inocentes. Como en Irak.

domingo, 17 de octubre de 2010

Dos siglos de otra dependencia

       Ésta ha sido semana de puente, de largo feriado (si tomamos el término más utilizado en la América del habla hispana) en buena parte de América Latina y el Estado español. El martes se cumplían 518 años de la llegada de Cristóbal Colón al nuevo continente, de ahí que el 12 de octubre haya quedado fijado en el calendario como el 'Día de la Hispanidad' en el Estado español y el 'Día de la raza' en los países latinoamericanos que pertenecieron a su imperio.

       El 12 de octubre de este año ha tenido un significado especial en siete naciones latinoamericanas, puesto que México, Argentina, Bolivia, Ecuador, Paraguay, Venezuela y Chile conmemoran este año el segundo centenario de su independencia. Conmemoran, sí, a lo largo de 2010 son muchos los actos que sus gobiernos han organizado para poner de relieve la gesta llevada a cabo hace 200 años por libertadores como Simón Bolívar.

       Sin embargo, hoy muchos de sus ciudadanos consideran que poco o nada tienen que celebrar. Las organizaciones que representan a sus pueblos originarios, los indígenas, se encargaron de recordar que, 200 años después, siguen luchando contra males permanentes como la discriminación que sufren, la pobreza generalizada o la preservación de su lenguas, cosmovisión y otros signos de su identidad y espiritualidad.

       La emancipación de las naciones americanas con respecto a sus metrópolis supuso un avance en términos de libertad para el ser humano, los ideales que estuvieron detrás del hecho emancipador se inspiraron en buena parte en la Declaración de los Derechos del Hombre, proclamada sólo 23 años antes en la Revolución Francesa. Sin embargo, no fue oro, uno de los grandes motores de la codicia española, todo lo que relució desde entonces.

       El nuevo estado latinoamericano era el de su clase criolla, el de los descendientes directos del conquistador y colonizador español (colectivo en el que hay que incluir a muchos vascos) y siguió sometiendo e ignorando a los indígenas, quienes, con todo, corrieron más suerte incluso que los negros, a los que legalmente se podía esclavizar. Al indígena no, puesto que eran súbditos de la Corona de Castilla, aunque el régimen de la encomienda prácticamente convertía a sus encomenderos en sus amos.

       200 años después los indígenas continúan siendo los grandes olvidados de las naciones latinoamericanas. 200 años después siguen sin verse representados por sus Estados. 200 años después la lucha incruenta de los mapuches por sus tierras es juzgada por tribunales militares de esa Chile que ha mostrado esta semana orgullosa al mundo una bandera que muchos chilenos no consiguen hacer suya. Dos siglos después el Estado mexicano sigue teniendo a pueblos alzados en armas en la exigencia de su visibilidad. Pero 200 años después un aimara, Evo Morales, preside una nación. No es el primer indígena en hacerlo, honor que le corresponde al zapoteca Benito Juárez, quien presidió México entre 1858 y 1872. Sin embargo, 200 años después, que un indígena gobierne un país sigue siendo casi una excentricidad, algo aislado en un mundo dominado todavía por blancos.

domingo, 10 de octubre de 2010

Un cuento chino

Podría ser un cuento de Navidad. Porque era 25 de diciembre. Pero ahí no estaba Santa Claus y para Olentzero, el carbonero que lleva regalos a los niños vascos, aquello le pillaba muy lejos. Como a Temis, la diosa de la Justicia, esa mujer con los ojos tapados que sostiene una balanza entre sus manos. Podría tratarse de un cuento de Navidad. Pero no, esta vez se trataba de un cuento chino. El cuento de que China es un país de mujeres y hombres iguales. El cuento de que su régimen es comunista. El cuento de que en sus casi 10.000.000 de kilómetros cuadrados no hay ricos ni pobres, de que sus 1.300 millones de habitantes son una especie de cooperativa donde todos los recursos están gestionados por todos ellos. Porque lo que los jueces hicieron público el pasado 25 de diciembre no era una carta a Santa Claus.

No, no era una carta, aunque tenía destinatario: Liu Xiaobo. Aún así  tampoco era un regalo. Era una sentencia. Una condena a once años de cárcel por, simplemente, expresar lo que el resto del mundo cree, que lo de China es un cuento chino, que es una gran bola, una bola china que no produce placer alguno y sí dolor, un enorme daño, sobre todo a quienes se resisten a creer que no existe alternativa, que otros sistemas hay que ensayar donde el ser humano no pueda morir por cosas que se curan con dinero y, donde a la vez, pueda expresarse y desarrollar libremente su intelecto.

En los países basados en el sistema capitalista cualquiera de sus súbditos soñaría con acostarse dueño de 1.000.000 de euros que otorga el Nobel. Los de la economía planificada china también, las propiedades de un millón y medio de sus ciudadanos superan ya esa cifra. ¿Cómo es posible? Liu Xiaobo se hace la misma pregunta, pero a él, la concesión del Nobel, lejos de enriquecerse le supone tener que estar en la cárcel, algo por lo que ya pasó antes, a lo largo de tres años, al haber sido parte en 1989 de los cientos de chinos que tomaron pacíficamente la plaza de Tianamen pidiendo reformas. La tomaron pacíficamente el 15 de abril de ese año. El 4 de junio entraron los tanques. Las cifras de muertos y heridos no se conocen oficialmente, tampoco la de detenidos.

La concesión del Nobel a Liu Xiaobo ha enfadado a las autoridades chinas, que incluso han llamado a consultas al embajador noruego. China se ha acostumbrado a que, a diferencia de Cuba, por ejemplo, el resto del mundo despliegue una alfombra roja a su paso. Es la doble moral de Occidente. Otra vez la doble moral que determina que un país puede ser democráctico aunque sus ciudadanos se mueran de hambre, que uno no lo sea porque aunque nadie se muere de hambre en él no existen libertades como la de expresión y que tenga que ser sancionado por ello, y la que permite que otro, similar al anterior, sea socio preferente. Baste recordar que el anterior Nobel de la Paz, Barack Obama, visitó China el pasado año.

¿Será que aquello de que Occidente vela por el bienestar del conjunto de la Humanidad es otro cuento chino? Todo es posible en el escenario internacional. Si es posible  que  en un país comunista haya ricos y pobres, qué no será posible. ¿Una dinastía hereditaria? Lo es, sí. Hoy, el día en que Liu Xiabo ha sabido que le ha sido concedido el Nóbel, Kim Jong-un, a sus 27 años, ha presidido por primera vez junto a su padre, Kim Jong-il, un impresionante desfile militar en la capital de Corea del Norte,  Pyongyang, para conmemorar el 65 aniversario de la fundación del Partido de los Trabajadores, que rige los designios de ese país. Su ejército es el cuarto o quinto más poderoso del mundo gracias a que destina a él el 25% de su presupuesto. Eso, mientras sus ciudadanos se mueren de hambre. Pero eso, dirán Kim Jon padre y Kim Jon hijo,  el  'príncipe heredero' de la monarquía absolutista del proletariado, es otro cuento. Otro cuento chino.

domingo, 3 de octubre de 2010

Ecuador no encaja el golpe

       Tomar el aeropuerto de la capital del país, herir y retener al presidente de la República y dejar de patrullar las calles de todo un país, ya de por sí peligroso debido a la enorme desigualdad económica que se da entre sus habitantes, … el sentido común se decanta por determinar que algo así no se improvisa en un solo día.

       Ecuador vivió el pasado jueves una jornada nefasta, una de tantas ya, puesto que desde el año 1997 no ha habido un solo presidente elegido por sus ciudadanos que haya completado el periodo para el que fue elegido. Desde ese año son siete los presidentes que se han alojado en el quiteño palacio de Carondelet, residencia oficial del jefe del Estado, a los que hay que sumar el nombre de una mujer, Rosalía Arteaga, quien no llegó a dormir en él pero fue igualmente proclamada presidenta, en un mandato que duró tres días y que llegó a compartir con Abdalá Bucaram y Fabián Alarcón.

       Sí, la inestabilidad y la falta de reglas claras, un mal que se arrastra por décadas en Ecuador, llevaron al país en una ocasión a tener tres autoproclamados presidentes y lo peor de todo es que cada uno de ellos con su parte de razón y de verdad, basada en un ordenamiento jurídico y un sistema institucional impreciso que permitió que sólo uno de esos ocho presidentes, el actual, Rafael Correa, llegara directamente a la presidencia a través de las urnas, mientras que otros tres, Fabián Alarcón, (1997-1998), Gustavo Noboa (2000-2003), y Alfredo Palacio (2005-2007) lo hicieran en su condición de vicepresidentes de presidentes derrocados, puesto que Abdalá Bucaram, (1996-1997) Jamil Mahuad (1998-2000) y Lucio Gutiérrez (2003-2005) fueron despojados de su cargo por el legislativo bajo acusaciones tan sui generis como la de la determinación de que Abdalá Bucaram estaba “loco” o la de que Lucio Gutiérrez había abandonado el cargo a pesar de que cuando así lo estableció el Congreso él se encontraba en su despacho.

       La incertidumbre y el temor se apoderaron el jueves de los trece millones de ecuatorianos. Rafael Correa es un presidente que no deja indiferente a sus compatriotas, o lo aman o lo odian, pero su secuestro por policías volvió a unir a los ecuatorianos bajo el paraguas del sentido común y la convicción de que por encima de las opiniones que cada uno pueda tener con respecto a su presidente éste fue elegido el año pasado por una amplia mayoría de ellos y de que, por tanto, sólo ellos, los ecuatorianos, y no unos hombres y mujeres armados, pueden quitarlo de ahí; los policías y quien esté detrás de ellos puesto que, en efecto, parece difícil improvisar algo como lo que se dio en Ecuador el jueves. Rafael Correa ya ha apuntado directamente a Lucio Gutiérrez, el hombre a cuyo lado se puso cuando éste, siendo coronel, dirigió un intento de golpe de Estado desde la izquierda apoyado por la mayoría de los ecuatorianos y que contó con los indígenas como sus grandes aliados. El coronel, amnistiado, alcanzó después el poder, ya por las urnas, y tras abandonara a quienes le apoyaron y virar a la derecha probó de su propia medicina cuando el Congreso proclamó presidente a su hasta entonces vicepresidente, Jamil Mahuad.

        Lo ocurrido esta semana refuerza a Rafael Correa, un presidente al que hay que reconocer sus intentos por fortalecer el Estado y poner reglas claras en un país en el que el apellido y el dinero han estado habitualmente por encima de las leyes. Ha anunciado mano dura contra los que considera golpistas. Habrá que esperar que gestione la salida de esta crisis con cordura y tendiendo la mano a quienes no estando de acuerdo con él han condenado el intento de golpe de Estado. Esta vez el golpe lo sufrirán quienes estaban detrás, porque Ecuador no lo ha encajado. 

       Concluyendo, habrá que confiar en que también Correa haya extraído una lección de lo ocurrido, puesto que el presidente ecuatoriano es un especialista en ganarse enemigos con una verborrea agresiva que con frecuencia le ha desacreditado y arma de argumentos victimistas a los ‘pelucones’ (pijos) en los que este ex estudiante de Harvard personifica no al enemigo, sino al diablo.

       Rafael Correa optó por renunciar a atraer hacia sí al enemigo. Al contrario de lo que hizo Luiz Inácio Lula da Silva, el minero llegado a presidente de Brasil con un mensaje que intentaba convencer a su masa social, la mayoría pobre del país, a los sectores más progresistas de la burguesía brasileña y los mercados. Ocho años después, parece haberlo conseguido. Las encuestas sitúan a su sucesora, Dilma Rousseff, clara vencedora en los comicios que se celebran hoy.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Otro milenio será

       Cualquiera tiene un mal año, ¿qué ser humano que haya cumplido algunos años no lo ha tenido nunca? Las organizaciones están conformadas también por personas y pasan por sus mismos ciclos vitales. Es lo que le pasa a la ONU, que en el año 2000, mientras quizá usted se planteara objetivos como dejar de fumar, ir al gimnasio, tener una niña,… se fijó, que para eso es tan mundial, metas para el milenio que recién comenzaba. Eran ocho: erradicar la pobreza extrema y el hambre, lograr que todos los niños tengan acceso a la educación, promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer, mejorar la salud materna, combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades, garantizar la sostenibilidad del medio ambiente y fomentar una asociación mundial para el desarrollo. Farragosas y abstractas palabras las que conforman este último objetivo, “fomentar una asociación mundial para el desarrollo “ para qué está entonces la ONU, nos preguntamos todos.

       Lo cierto es que esta la organización de naciones no es capaz de lograr ni siquiera aquello que se plantea. Tan humana ella, pensarán algunos, tan imperfecta como cualquiera, como el fumador que se plantea dejar de fumar a principio de año y sucumbe al placer de la nicotina en febrero. Los psicólogos dirán que hay no hay que ser excesivamente exigente con uno mismo y aceptar nuestras propias contradicciones. La ONU es buen ejemplo de tolerancia ante los propios errores.

       Esta semana, coincidiendo con el inicio de los discursos de los líderes mundiales ante su Asamblea General, la ONU ha reconocido que no cumplirá con sus objetivos del milenio. 2015 era la fecha establecida para erradicar del mundo males como el de la desnutrición infantil. Bueno oye, lo que importan son las intenciones, dirán los optimistas, lo importante es seguir fijando loables objetivos. Sí, claro, se puede tratar de un simple retraso, quizá se consiga en unos años más, pero ya será tarde para los 41 millones de niños que se han sumado al hambre durante los últimos años de crisis, ellos sí que la padecen, como consecuencia del incumplimiento de la ONU de sus propios objetivos. Se juega con la vida como si los seres humanos tuvieran una segunda oportunidad.

       Sólo durante los tres días que duró la cumbre de la ONU previa a su asamblea en la que se analizó el cumplimiento de los Objetivos del Milenio, murieron 70.000 niños de hambre, según los cálculos llevados a cabo por la organización Save the Children. ¿Que no se cumplen los objetivos del milenio? Tampoco es para alarmarse. Otro milenio será.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Hambre de justicia

       Que unos jueces se acerquen a un hospital para hablar con sus responsables no entraña, en principio nada extraño. Es fácil deducir que el motivo de su presencia sea el internamiento de un preso, una víctima o un testigo clave de un suceso. Pero en Arabia Saudí las cosas no son lo que parecen. Ni de lejos. A finales de agosto Amnistía Internacional comunicaba por escrito a las autoridades de este país de Oriente Próximo su inquietud ante la información que había recibido: miembros de un tribunal de la ciudad saudí de Tabuk (al noroeste del país) habían preguntado en varios hospitales qué posibilidades de sobrevivir tendría un hombre en el caso de que se le cortara la médula espinal en aplicación del ojo por ojo legal que impera en el país: estaba acusado de haber dejado parapléjico a otro hombre.

       Éste es sólo el último caso que ha trascendido en torno a las aberrantes violaciones de derechos humanos que se llevan a cabo en Arabia Saudí, donde las mujeres no pueden salir de casa sin la autorización de su marido y el Código Penal se basa en la sharia, un conjunto de leyes aplicadas en algunos países musulmanes que recogen delitos como el de ser homosexual o el adulterio y castigos como la lapidación, las amputaciones o los latigazos.

       Sin embargo, el mundo Occidental, tan exigente ante otras violaciones de derechos humanos como la detención de disidentes en Cuba, no sólo no cuestiona la férrea dictadura con la que la familia real saudí domina a su pueblo, sino que no tiene inconveniente en armar al Ejército que garantiza ese estado de cosas. Esta semana se ha conocido que Estados Unidos va a vender a este país armamento por 60.000 millones de dólares. ¿Qué no tendrá Cuba que tenga Arabia Saudí? Sí, ha acertado, petróleo, mucho petróleo, ya que es el primer exportador del mundo de oro negro.

       60.000 millones de dólares es mucho dinero. No haría falta tanto para evitar que nadie en el mundo muera de la forma más atroz e injusta: el hambre. Bastan 45.000 millones de dólares al año (unos 36.000 millones de euros), según los cálculos dados a conocer esta semana por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Una minucia si se compara con los alrededor de 1,73 billones de euros que suman lo que han aprobado hasta ahora Reino Unido, Alemania, Francia, España, Austria e Italia para ayudar a los bancos con problemas o los 513.000 millones de euros (unos 700.000 millones de dólares) del plan estadounidense. Pero claro, mientras los bancos sufren la crisis los más pobres se han visto beneficiados por ella, puesto que según los datos aportados por la FAO esta semana, el abaratamiento de los alimentos ha hecho que en 2009 sólo pasaran hambre mil de los seis mil millones de habitantes de la Tierra, lo que supone un 9.6% menos que en 2008.

       Tanto como de hambre no se morirán, pero los gitanos rumanos expulsados de Francia volverán a ver frustrada toda esperanza de salir de la marginación. Nicolás Sarkozy ha logrado que el resto de los 27 estados de la Unión Europea guarden silencio con respecto a su política. Incluida la propia Rumanía, un país en el que hasta bien entrado el siglo XIX los gitanos eran esclavos.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Ni igualdad, ni libertad, ni fraternidad

Ni igualdad, ni libertad, ni fraternidad. Al presidente francés, Nicolás Sarkozy, se le acusa de poner en jaque la débil unión política europea, pero ha logrado hacer lo que ningún estadista europeo hasta ahora: mejorar la percepción que los 500 millones de ciudadanos de la Unión tienen con respecto al Parlamento Europeo:

En efecto, la Eurocámara sorprendía el pasado jueves con una clara censura a la expulsión de ciudadanos rumanos, en su inmensa mayoría gitanos, de Francia. El Parlamento Europeo se reivindicó con esta censura, hizo valer su condición de cámara representativa, aunque al mismo tiempo quienes cuestionan su utilidad refuerzan su escepticismo en el hecho de que la resolución no tiene consecuencias prácticas. No las tiene, no, de hecho la Unión Europea, y a pesar también de la censura del presidente de su Comisión, Jose Manuel Durao Barrosso, ve impasible cómo Francia, más allá de provocar la lógica vergüenza del mundo, se carga la libertad de movimientos y residencia, uno de los principales pilares sobre los que se sustenta la Unión.

Ni libertad, ni igualdad ni fraternidad. Sarkozy se carga de un plumazo lo que, al menos sobre el papel, quedaba de los principios en los que se basó la revolución de 1789. Los positivos, porque el centralismo asimilador jacobino sigue inquebrantable. También el jueves, Serbia, otro país europeo no perteneciente a la Unión pero que negocia su entrada en ella, ha vuelto a demostrar que los procesos de segregación de países europeos son compatibles con su aspiración a entrar en esta organización o cualquier otra en la que los Estados ceden parte de su soberanía. Serbia abría el jueves las puertas al reconocimiento de la independencia de Kosovo mediante una declaración conjunta de su Gobierno y la Unión Europea. A ésta sí pertenece en cambio el Reino Unido, estado monárquico en el que uno de los territorios que lo conforman, Escocia, ha aparcado, de momento, el debate de su Parlamento en torno a su independencia. No lo ha hecho por amenaza legal o de otra índole surgida desde Londres, sino porque los partidarios de la independencia, gobernantes en el país, no logran la mayoría suficiente para plantear su prometido debate.

Kosovo comparte con Bosnia-Herzegovina, Albania y Turquía la condición de país de Europa con mayoría de población musulmana. Aunque quienes como Berlusconi y Aznar fracasaron a la hora de asociar a Europa y el cristianismo en la fallida Constitución para el viejo continente, la realidad demuestra que ninguna de las grandes religiones monoteístas se libran de la intransigencia.

Estados Unidos celebraba ayer el 9º aniversario de los atentados del 11 de septiembre, en los que fueron asesinadas 3.000 personas bajo la perversa utilización del nombre de Alá. Y un pastor cristiano evangélico, alimentado por los medios de comunicación, ha estado a punto de colapsar el mundo por su amenaza de despertar a otros fanáticos capaces de vengar con muerte la quema de un libro, por sagrado que sea, llamado Corán. Fanáticos de una y otra religión se enfrentan ahora por si debe construirse o no una mezquita en el corazón de los atentados del 11-S.

Mientras tanto, en otro país de América, el 11 de septiembre era recordado también, aunque con menos eco, pero con el mismo dolor y la misma pregunta: ¿por qué? La Chile oficial, la Chile del milagro macroeconómico, la que ahora ofrece espectáculo diario con la suerte de los 42 mineros sumergidos a 700 metros bajo tierra, quiere dar carpetazo a la historia. Pero, aunque Pinochet ha muerto, sigue vigente parte de su legado. Incluso, en forma de leyes. ¿Sabía usted que en Chile no existe grupo organizado armado alguno que luche contra el Estado atentando contra la vida de otras personas? Pero 32 personas pertenecientes al pueblo mapuche, originario de aquéllas tierras, han superado ya los 60 días en huelga de hambre. Sus acciones reivindicativas atentan contra las propiedades y no contra las personas, pero a los mapuches se les aplica una ley antiterrorista promulgada en 1989 por Pinochet que les sitúa ante un tribunal militar. Los acusados no pueden ver a los testigos que hablan en su contra; del mismo modo que los chilenos parecen no querer mirar el legado que aún perdura de un pasado todavía reciente.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Resignación divina


Llegó el tan temido 31 de agosto para los europeos. En Estados Unidos las vacaciones están lejos de durar un mes pero al menos 6.000 de sus habitantes emprendieron, ese día,  como miles de europeos, el viaje de regreso a casa. Han estado a miles de kilómetros de su hogar, en tierra hostil, como se ha llamado la versión castellana de The Hurt Locker, la oscarizada película de Kathrin Bigelow. En Irak, un país en el que Estados Unidos da por concluida una guerra en la que, esta vez sí, y rompiendo el tópico, alguien gana. Porque gracias a la invasión de Irak sale reforzada la amplia amalgama de movimientos, grupos e ideas que, a pesar de las enormes diferencias que guardan entre sí, se caracterizan por su odio a Occidente.

Estados Unidos invadió en 2003 un país gobernado por un tirano genocida llamado Sadam Hussein. Y dejará un país (si alguna vez lo abandona, puesto que mantendrá 50.000 efectivos para “apoyar’ a las autoridades locales”) sacudido por la violencia y el desgobierno. Estados Unidos controla ya el petróleo iraquí a través del frágil Ejecutivo al que ha encargado el gobierno del país, nacido, sí, de unas elecciones, pero tuteladas, dirigidas e impulsadas por el invasor. ¿Qué legitimidad puede tener ese Gobierno, con qué ojos podrán mirarlo los propios iraquíes?

Con la retirada de las tropas de Irak, Barack Obama cumple una promesa electoral que suaviza la hostilidad hacia Estados Unidos. Va a centrar sus esfuerzos en Afganistán, otro país igualmente invadido, aunque eso sí, éste al menos con el beneplácito de la ONU y la frágil comunidad internacional. Otra vez, no hay que olvidarlo, un país mayoritariamente musulmán, por encima de las muchas diferencias y matices que existen en la religiosidad de sus pueblos y la interpretación sobre el Islam que hacen sus dirigentes.

Estados Unidos, incluso a pesar de Obama, sigue alimentando la mecha del odio entre los seguidores de Alá,entre los que la manipulación fundamentalista gana adeptos a pesar de la lucha de crecientes sectores musulmanes por separar la religión del estado y la política. Irak e Irán vivieron una guerra entre 1980 y 1988. Sadam Hussein, de la rama suní, aplastó a los chiíes de Irak, mayoritarios en  buena parte de su país y en Irán, donde los chiítas ostentan el férreo régimen gobernado por Mahmud Almadineyad, el enemigo número 1 de Estados Unidos. La invasión no ha unido las fuerzas de chiíes y suníes pero sí les ha sumido en el mismo sentimiento de odio a Occidente.

Stephen Hawking, uno de los científicos más reconocidos del Planeta, ha sorprendido esta semana con su tajante afirmación sobre la innecesaria existencia de Dios para explicar la vida y el mundo. Pero pretextos con forma divina siguen justificando todo tipo de opresión, violencia, e incluso guerra. El pasado jueves, sólo un día después de que las ‘tropas de combate’ norteamericanas abandonaran Irak, el presidente Barack Obama recibía en la Casa Blanca al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y  al de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas.

Netanyahu reconoció que la paz obligará a ambas partes a hacer “dolorosas concesiones”. ¿Lo ha descubierto ahora? En absoluto, Israel sabe que algún día llegará en el que sí tenga que ceder algo. Pero mientras tanto sus injusticias ganan terreno en forma de colonización de tierras que no le pertenecen. Así, el día que definitivamente negocie con los palestinos bastará con que Israel devuelva algo de lo que ha seguido ganando por la fuerza a cambio de que éstos y el conjunto del mundo islámico reconozca su legítimo derecho a existir y a que sus ciudadanos, judíos, musulmanes, cristianos o ateos, vivan en paz. La política de hechos consumados se impone. Como en el Sáhara Occidental. El lunes el gobierno español sorprendía recordando que los 14 canarios que han denunciado haber sido golpeados por la Policía marroquí en El Aiún, la capital de la ex colonia española, participaron en una manifestación ilegal. En efecto, si como legalidad se acepta la marroquí. Resignación divina.

domingo, 29 de agosto de 2010

Chile se sacude el polvo

Chile saca la cabeza. La lucha por la supervivencia de 33 mineros sepultados a 700 metros de profundidad, se ha convertido en un Gran Hermano mundial. La prueba definitiva de la trascendencia de un país en el ámbito mundial, la certificación absoluta de que ha abandonado el club de los países en desarrollo, se da cuando consigue ser noticia por hechos no trágicos.
No es difícil poner ejemplos. El descarrilamiento de un tren en Australia que no deje fallecidos pero destaque por su espectacularidad, ocupa un espacio importante en los informativos. O unas inundaciones en el sur de Estados Unidos que provoquen la muerte de pocas personas. En contraste, por poner otro ejemplo, si el descarrilamiento se produce en India y provoca una veintena de muertos puede ser tratado en los informativos de televisión en su espacio de breves internacionales. Al igual que las noticias sobre fuertes lluvias que provoquen un centenar de muertos en Filipinas.
¿Se imaginan cuántas personas morirán hoy, aun domingo, en las minas de todo el Planeta? Nadie hablará de ellas, como apenas se ha hablado de las 72 personas que han visto truncado su sueño de llegar a Estados Unidos, aun ilegalmente y con todos los riesgos que ya de por sí su aventura entrañaba. Las narco-mafias que prácticamente gobiernan México las asesinaron. Nadie les ha puesto rostro, nadie ha contado su historia, al contrario de lo que ha ocurrido con estos 33 mineros chilenos, cuya gesta, cuya lucha por sobrevivir ha centrado las preocupaciones del mundo e, incluso de la Nasa, al tiempo que la ONU sólo consigue recaudar aproximadamente la mitad de lo que pidió a las naciones y organizaciones del Mundo para atender lo más urgente en Pakistán.
Ha sido ésta una buena semana para Sebastián Piñera recién cumplidos sus primeros cien días como presidente de Chile. La gesta de sus 33 compatriotas ha sido comparada a la de su país, que tres meses después de sufrir uno de los más violentos terremotos registrados en la Tierra, ha logrado un espectacular avance de su crecimiento económico. En concreto, de su Producto Interior Bruto, esa suma que, dividida entre todos sus habitantes, indica la renta per cápita. Desde luego, la de la mayoría de los chilenos está muy lejos de la de Piñera, quien esta semana vendía su canal televisivo Chilevisión, por cerca de 130 millones de euros. Ni siquiera el hecho de que su Gobierno, el obvio responsable de supervisar que la mina cumplía las condiciones de seguridad, haya sido denunciado ante los tribunales por las familias de los 33 mineros,  le quita la sonrisa.
El mundo ha centrado su atención en Chile. Su gesta es la de su país. Y la de su Gobierno. A pesar de que si hubiera hecho lo que debía la empresa para la que trabajaban hubiera contado con una salida de emergencia que probablemente les hubiera evitado el riesgo que todavía corren. A pesar de las reiteradas advertencias de los sindicatos sobre las condiciones de trabajo que se dan en sus minas. A pesar de que éstas son atractivas para sus trabajadores gracias a un sueldo de 1.000 euros que supera en un 25% el salario medio de Chile. Chile se sacude el polvo. El país asoma la cabeza entre las naciones que nada pintan en el desorden interncional. Aunque sólo sea para dar espectáculo.

domingo, 15 de agosto de 2010

Gestos en Macondo

No hay soledad ni aislamiento que cien años duren. Salvo en la genialidad creativa de Gabriel García Márquez y su Macondo, la localidad ficticia del Caribe colombiano en la que se desarrolla Cien años de soledad, la novela que le mereció el Nobel del Literatura y obra cumbre de todo un género seguido por numerosos autores latinoamericanos, el realismo mágico.
Macondo no pero sí existe Santa Marta, ciudad de ese Caribe colombiano en la que Simón Bolívar falleció en 1830. Porque no fue casual la elección de esta ciudad como escenario del primer encuentro entre el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y su homólogo colombiano, Juan Manuel Santos, celebrado el pasado martes. Nada fue casual. No lo fue el momento escogido, sólo días después de que Santos tomara posesión de su cargo. Ni siquiera la indumentaria con la que Hugo Chávez tomó tierra en Colombia.
El mandatario venezolano ha demostrado sobradas veces que no le gusta pasar desapercibido y esta vez llegó con una chaqueta de chándal con las estrellas y los colores amarillo, azul y rojo de la bandera de Venezuela, los mismos colores, al fin y al cabo, que los de la bandera de Colombia. Simbolismo y gestos que inauguran un nuevo periodo presidencial en Colombia, el de un Juan Manuel Santos que ha hecho que en sus primeros días de mandato se destensaran las relaciones con Venezuela y Ecuador, país este último bombardeado por la Aviación colombiana hace dos años, ataque en el que fallecieron nueve miembros de las Farc, la principal guerrilla colombiana.

No bastarán pero los gestos son fundamentales en política y, éstos disipan, al menos de momento, los temores a una guerra que, por otro lado, y tal y como recordaba Fidel Castro a lo largo de esta semana en la que ha cumplido 84 años con mejor salud de la que se presumía, nadie desea. Como gesto se puede interpretar también que Israel haya decidido colaborar con la comisión de la ONU que investigará el bombardeo de la flotilla que denunciaba el bloqueo sobre Gaza y a la que asaltó en aguas internacionales causando diez muertos. Cuesta más interpretar, o probablemente no, qué simbolismo se ha buscado con que al frente de esa comisión esté Álvaro Uribe, precisamente el hombre que acaba de dejar la presidencia de Colombia y que hace dos años ordenó que la aviación colombiana bombardeara suelo ecuatoriano exponiendo a Latinoamérica y al mundo a riesgos difíciles de calcular.

No hay soledad que cien años dure pero sí organizaciones internacionales que los cumplan sin servir para aquello para lo que nacieron. Cachemira ha vuelto esta semana a los informativos. Pero esta vez no por la disputa de India y Pakistán sobre este territorio, sino porque sus habitantes, con pasaporte indio o pakistaní, lo han perdido todo sin que se haya celebrado una sola cumbre para atender la emergencia.
No hay magia que cure la cruda realidad del mundo pero sí gestos que la mejoran. Como la de esos montañeros vascos que se vieron atrapados por las inundaciones en Cachemira y, en lugar de regresar o viajar a otro lugar para seguir con sus vacaciones, decidieron quedarse a ayudar. Ahora sólo falta que multinacionales como Kellog’s o Nestlé les emulen, porque tras los incendios que han asolado Rusia se temen ya nuevas hambrunas por la carestía del cereal. Pero me temo que pensar eso sí es poco realista. O puro realismo mágico.

martes, 27 de julio de 2010